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2222 Cuentos como los de Kafka y obras como Ulises , de James Joyce, se han nutrido del increíble e inagotable encanto de la Ilíada y la Odisea . En un interesante análisis de la Odisea , el escritor italiano Ítalo Calvino relaciona los viajes de Odiseo con la memoria, el contar, la narración y la posibilidad de recordar la historia. • ¿Por qué crees que esta historia de “regresar a casa” ha sido reelaborada una y otra vez en la literatura occidental? Las Odiseas en la Odisea (Fragmento) David, Jacques-Louis. Despedida de Telémaco y Eucaris, 1818. Epopeyas griegas ¿Cuántas Odiseas contiene la Odisea ? En el comienzo del poema, la Telemaquia es la búsqueda de un relato que no es el relato que será la Odisea . En el Palacio Real de Ítaca, el cantor Femio ya conoce los nostoi de los otros héroes; solo le falta uno, el de su rey; por eso Pe- nélope no quiere volver a escucharlo. Y Telémaco sale a buscar ese relato entre los veteranos de la guerra de Troya: si lo encuentra, termine bien o mal, Ítaca saldrá de la situación informe, sin tiempo y sin ley, en que se encuentra desde hace muchos años. Como todos los veteranos, también Néstor y Mene- lao tienen mucho que contar, pero no la historia que Telémaco busca. Hasta que Menelao aparece con una fantástica aventura: disfrazado de foca, ha capturado al «viejo del mar», es decir a Proteo, el de las infinitas metamorfosis, y le ha obligado a contarle el pasado y el futuro. Naturalmente Proteo conocía ya toda la Odi- sea con pelos y señales: empieza a contar las vicisitu- des de Ulises a partir del punto mismo en que comien- za Homero, cuando el héroe está en la isla de Calipso; después se interrumpe. En ese punto Homero puede sustituirlo y seguir el relato. Habiendo llegado a la corte de los feacios, Ulises escu- cha a un aedo ciego como Homero que canta las vici- situdes de Ulises; el héroe rompe a llorar; después se decide a contar él mismo. En su relato, llega hasta el Hades para interrogar a Tiresias, y Tiresias le narra a continuación su historia. Después Ulises encuentra a las sirenas que cantan; ¿qué cantan? La Odisea una vez más, quizás igual a la que estamos leyendo, quizá muy diferente. Este retorno-relato es algo que existe antes de estar terminado: preexiste a la situación misma. En la Telemaquia ya encontramos las expresiones «pensar en el regreso», «decir el regreso». Zeus «no pensaba en el regreso» de los atridas; Menelao pide a la hija de Proteo que le «diga el regreso» y ella le explica cómo hacer para obligar al padre a decirlo, con lo cual el Atrida puede capturar a Proteo y pedirle: «Dime el regreso, cómo iré por el mar abundante en peces». El regreso es individualizado, pensado y recordado: el peligro es que caiga en el olvido antes de haber suce- dido. En realidad, una de las primeras etapas del viaje contado por Ulises, la de los lotófagos, implica el ries- go de perder la memoria por haber comido el dulce fruto del loto. Que la prueba del olvido se presente en el comienzo del itinerario de Ulises, y no al final, puede parecer extraño. Si después de haber superado tantas pruebas, soportado tantos reveses, aprendido tantas lecciones, Ulises se hubiera olvidado de todo, su pérdida habría sido mucho más grave: no extraer ninguna experiencia de todo lo que ha sufrido, ningún sentido de lo que ha vivido. Pero, mirándolo bien, esta amenaza de desmemoria vuelve a enunciarse varias veces en los cantos IX-XII: primero con las invitaciones de los lotófagos, después con las pociones de Circe, y después con el canto de las sirenas. En cada caso Ulises debe abstenerse si no quiere olvidar al instante... ¿Olvidar qué? ¿La guerra de Troya? ¿El sitio? ¿El caballo? No: la casa, la ruta de la navegación, el objetivo del viaje. La expresión que Homero emplea en estos casos es «olvidar el re- greso». Ulises no debe olvidar el camino que ha de recorrer, la forma de su destino: en una palabra, no debe olvidar la Odisea . Pero tampoco el aedo que compone impro- visando o el rapsoda que repite de memoria fragmen- tos de poemas ya cantados deben olvidar si quieren «decir el regreso»; para quien canta versos sin el apoyo de un texto escrito, «olvidar» es el verbo más negativo que existe: y para ellos «olvidar el regreso» quiere decir olvidar los poemas llamados nostoi , caballo de batalla de sus repertorios. (…)

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