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13 Odisea (Fragmento) —¡Cíclope! Preguntas cuál es mi nombre ilustre y voy a decírtelo pero dame el presente de hospitalidad que me has prometido. Mi nombre es Nadie; y Nadie me llaman mi madre, mi padre y mis compañeros. Así le hablé; y enseguida me respondió con ánimo cruel: —A Nadie me lo comeré al último, después de sus compañeros, y a to- dos los demás antes que a él: tal será el don hospitalario que te ofrezca. Dijo, tiróse hacia atrás y cayó de espaldas. Así echado, dobló la gruesa cerviz y vencióle el sueño, que todo lo rinde: salíale de la garganta el vino con pedazos de carne humana, y eructaba por estar cargado de vino. Entonces metí la estaca debajo del abundante rescoldo , para ca- lentarla, y animé con mis palabras a todos los compañeros: no fuera que En su segunda obra, Homero trata el regreso de Ulises a su patria después de la guerra de Troya y las innumerables penurias y peligros que debe pasar en el camino. Así, logra crear un relato épico colmado de elementos míticos. La historia del regreso de Ulises se mezcla con la de Telémaco, su hijo, quien sale en su búsqueda, y la de Penélope, su esposa, quien debe lidiar con los pretendientes que intentan tomar su lugar. Análisis literario 1. Encierra en el texto las frases que explican por qué a Ulises se le llama “el de las muchas argucias”. Jus- tifica tu respuesta. 2. Analiza en el fragmento de la Odisea en qué con- sistía el concepto de hospitalidad entre los griegos y cuál es su contenido moralizante. Jordaens, Jacob. Ulises en la cueva de Polifemo , primera mitad del s. XVIII. Museo Pushkin, Rusia. Cerviz: (Del lat. cervix , -īcis ) parte dorsal del cuello que consta de siete vértebras, de varios músculos y de la piel. Rescoldo: (De rescaldo ) brasa menuda resguardada por la ceniza. Vocabulario alguno, poseído de miedo, se retirase. Mas cuando la estaca de olivo, con ser verde, estaba a punto de arder y relumbraba intensamente, fui y la saqué del fuego; ro- deáronme mis compañeros, y una deidad nos infundió gran audacia. Ellos, tomando la estaca de olivo, hincáronla por la aguzada punta en el ojo del cíclope; y yo, alzándo- me, hacíala girar por arriba. (…) Dio el cíclope un fuerte y horrendo gemido, retumbó la roca, y nosotros, amedrentados, huimos prestamente; mas él se arrancó la estaca, toda manchada de sangre, arrojóla furioso lejos de sí y se puso a llamar con altos gritos a los cíclopes que habitaban a su alrededor, dentro de cuevas, en los ventosos promontorios. En oyendo sus voces, acudieron muchos, quién por un lado y quién por otro, y parándose junto a la cueva, le preguntaron qué le angustiaba: —¿Por qué tan enojado, oh Polifemo, gritas de semejante modo en la divina noche, despertándonos a todos? ¿Acaso algún hombre se lleva tus ovejas mal de tu grado? ¿O, por ventura, te matan con engaño o con fuerza? Respondióles desde la cueva el robusto Polifemo: —¡Oh, amigos! “Nadie” me mata con engaño, no con fuerza. Y ellos le contestaron con estas aladas palabras: —Pues si nadie te hace fuerza, ya que estás solo, no es posible evitar la enfermedad que envía el gran Zeus, pero, ruega a tu padre, el soberano Poseidón. Apenas acabaron de hablar, se fueron todos; y yo me reí en mi corazón de cómo mi nombre y mi excelente artificio les había engañado. El cíclope, gimiendo por los grandes dolores que padecía, anduvo a tientas, quitó el peñasco de la puerta y se sen- tó a la entrada, tendiendo los brazos por si lograba echar mano a alguien que saliera con las ovejas; ¡tan mentecato esperaba que yo fuese! HOMERO. Odisea . Bogotá: Oveja Negra, 1983. Evidencias: • Comprende las temáticas, características, estilos, tonos, sentido local y global de las obras literarias que lee. • Asume una postura frente a la vigencia de las obras literarias clásicas.

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