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10 Civilización romana La civilización romana fue otro de los pueblos antiguos que fundaron las bases de la cultura occidental, cuyo asentamiento tuvo lugar en la península itálica. Su ubicación estratégica en el mar Mediterráneo hizo que Roma (fundada en 753 a. C.) se convirtiera en un punto vital para el intercambio comercial y el desarrollo económico; por esta razón, tuvo que sufrir una serie de invasiones e incursiones bélicas por parte de sus vecinos. Durante doscientos años, entre los siglos VIII y VI a. C., Roma fue dominada por los etruscos , los cuales se encargaron de fundar ciudades-estado a todo lo largo de la península. Estos espacios se convirtieron en puntos importantes de comercio, ya que los puertos permitían el intercambio constante entre lo que ahora se conoce como Europa, Asia y África. En 509 a. C., los romanos lograron expulsar a los invasores etruscos y fortalecer una ciudad-estado con la implantación de un gobierno republicano. La propuesta política de la civilización romana fue novedosa y significó un cambio radical en la forma de con- cebir los estados. La República estaba conformada por tres instituciones: los comicios (asambleas en las que los ciudadanos elegían a los representantes del gobierno), las magistraturas (ocupaban los cargos en el gobierno para ejecutar las leyes) y el Senado (creaban las leyes y planteaban las normas a seguir por las políticas internas). Esta forma de gobierno, la cual estableció la estructura de nuestra democracia actual, se prolonga- ría en Roma hasta el año 27 a. C., momento en el cual se convirtió en un imperio con el nombramiento de Octavio Augusto. Durante la república romana , la expansión cultural y territorial tuvo un gran impacto en el mundo occidental. A finales del siglo III a. C., se produjeron enfrentamientos im- portantes: Las Guerras Pírricas y las dos Guerras Púnicas, que marcaron la inserción del pueblo griego en el mapa de la cultura romana. Las Guerras Pírricas (de 280 al 275 a. C.) marcaron el inicio de la expansión de la cultura griega a toda Europa y el fortalecimiento de dos grandes imperios: el romano y el cartaginense. El pueblo griego, después de la victoria romana sobre Sicilia y la llamada Magna Grecia, empezó a desplazarse por dis- tintas regiones de la península itálica. Contrario a otras civilizaciones, los romanos no implantaron su cultura a los pueblos ven- cidos, sino que permitieron que los pueblos conquistados conservaran sus creencias, su lengua y su historia. La fuerza de la cultura helénica se impuso tan fuertemente que la lengua, la escritura, la mitología y las ciencias de los romanos empezaron a adaptar las tradiciones de los griegos con nombres romanos, pero con las mismas estructuras mi- tológicas, representaciones artísticas y significados. La mitología y la astronomía fueron algunos de los elementos que se retomaron de la civilización griega y se resignificaron en la cultura romana. Dioses griegos como Zeus, Hera y Cronos tomaron nombres ro- manos como Júpiter, Juno y Saturno, pero conservaron las historias, las genealogías y las fiestas laudatorias. Finalmente, el Imperio romano, en el siglo IV d. C., sufrió una serie de fracturas internas en su estructura militar y política. En este siglo, la invasión de los pueblos bárbaros pro- venientes del norte y el auge del cristianismo (en detrimento de una cultura helénica proveniente de los pueblos griegos), produjeron la división del imperio y la caída de la cultura y las artes en Roma. Desde la consolidación de las polis, a la caída del Imperio romano, la cultura de Occi- dente se fortaleció y se constituyó no solo como la estructura básica de la política y la sociedad, sino como el cimiento del pensamiento filosófico y literario por los siguien- tes siglos. Entender la forma como se observaba el mundo desde Grecia y Roma, posi- bilita que comprendamos el mundo actual y sus representaciones literarias y artísticas. Gérôme, Jean-Léon. Gladiadores peleando, 1872. Museo de Arte de Phoenix, Arizona, Estados Unidos.

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