TAZ_ElPequenoQuijote
27 Episodio IV Horas después, cuando los papás del joven Al- fonso se reunieron preocupados con el director del colegio, ya se había esparcido el rumor de que ha- bía un loco entre nosotros. Habían volado notas de salón a salón. Algunos chicos contaban el chisme en los baños. Las chicas se pasaban hojitas con di- bujos deAlfonso yAraceli abrazados y dándose un beso con un gran corazón alrededor. Los de sépti- mo le llamaron “bufón”. Los de octavo, “lunático”. Su propio salón, que no paraba de reír, le puso de nombre Loco-Locumbeta. La única que no reía, tal vez porque estaba roja como un tomate de lo avergonzada, era la niña Araceli. Mucho tiempo después nos enteraríamos de que esa misma mañana, mientras todos los compañeros se burlaban de él, ella había sido la primera en llamarlo del modo en que todos lo haríamos meses después. En las páginas de su diario, Araceli escribió aquella vez, siempre con su bonita letra: “Estás muy loco, Alfonso, como un Pequeño Quijote”.
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