TAZ_ElPequenoQuijote
23 —Desde luego, mi señora —fue lo que obtu- vo por respuesta la mujer. Después, solo atinó a persignarse y a ajustarle más la correa de la mochila, que iba rebosante de libros y que le hacían doblar la espalda al flaco muchacho. Fue aquel día, aquel célebre y fatídico día, cuando todo cambió para nosotros. Episodio III La vuelta a clases del joven Alfonso, recu- perado —a su manera— de sus fiebres y de las paperas, coincidió con la llegada de una joven muy hermosa llamada Araceli. Ella entró en la última hora de clase, luego de los trámites correspondientes con el direc- tor realizados por sus padres; luego también de que al muchacho le hubiese tocado su dosis diaria de mandarinas y su mochila estuviera ya perdida en algún rincón del salón. Él qui- so pensar que aquel recibimiento era la for- ma de sus compañeros de demostrarle cuán- to lo habían extrañado, así que se sumió en sus libros con sus nuevas ojeras ganadas en los últimos días. Sin embargo, la llegada de aquella muchacha ocasionó aquello que nadie pudo prever. Termi-
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