CYC_RomeoYJulieta_Cara
WILLIAM SHAKESPEARE 21 BENVOLIO Estaban aquí riñendo cuerpo a cuerpo vuestros criados y los de vuestro enemigo, antes de yo llegar. Desenvainé, con intención de separarlos, cuando en aquel momento acude Teobaldo con su espada dispuesta, quien, lanzando provocaciones a mis oídos, la agitaba sobre mi cabeza, hendiendo los aires, que, sin recibir daño alguno, silbaban haciéndome burla. En tanto nos devolvíamos tajos y reveses, venía más gente y peleaba a favor de una y otra parte, hasta que llegó el Príncipe, que departió las dos partes. LADY MONTESCO ¡Oh! ¿Dónde está Romeo? ¿Le habéis visto hoy? Celebro infinito que no se hallara en esta refriega. BENVOLIO Señora, una hora antes de que el sol idolatrado asomara por los áureos balcones del Oriente, una intranquilidad de ánimo me impulsó a pasear por las afueras, donde, bajo el vergel de sicomoros que crece al poniente de la ciudad, distinguí a vuestro hijo, paseando en hora tan temprana. Me encaminé hacia él; pero esquivó mi vista y se internó en la espesura de la arboleda. Yo, midiendo sus afecciones por las mías, que nunca son más activas que en medio de la mayor soledad, seguí mi capricho sin perseguir el suyo, y gustoso evité a quien gustoso huía de mí. MONTESCO Allí le han visto más de una mañana, aumentando con sus lágrimas el fresco rocío de la aurora y añadiendo a las nubes nuevas nubes con sus hondos suspiros; pero apenas el sol, que a todo alegra y anima, allá, en los confines del Oriente comienza a descorrer las densas cortinas del lecho del alba, mi triste hijo
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